Emil Zatopek, multicampeón de carreras de medio fondo en Londres 50 y Helsinki 54, decía “si quieres ganar, corre cien metros; si deseas experimentar una vida, corre una maratón”
Extraordinario, justísimo. Resumiendo los momentos de diverso sabor que se sienten a lo largo de cada reto con bivirí y pantalón corto. Albores de gloria urbana mientras cientos se entretejen y pugnan por superarte en los primeros mil, las suelas golpean como tambores de guerra a tu espalda a la mitad del tramo, las piernas parecen engarrotarse y los pies reventar cuando asoman los últimos 600 metros, el sol puede ser inclemente hasta estallar contra tus hombros, el piso accidentado aguijonea tus tobillos, los choferes no te respetan y tu respiración suena a estertores de muerte en el rush final.
Y así corría el gran checoslovaco, desgarbado y agestado cual si serpientes le removieran las tripas mientras daba zancadas inalcanzables con sus casi dos metros de estatura. “Los dolores más hermosos de mi vida”, ironizaba también.
Se fue en días como hoy la locomotora humana, un noviembre del 2000, a los 78 años, oficiando de docente de educación física. Ayer su recuerdo me asaltaba, justo en tanto subía el puente de Mansiche, sudaba a borbotones y los muslos me quemaban y, de pronto, veía el marco del estadio igual que los brazos abiertos de un amor infantil.
Hasta la próxima.
Oswaldo Rivasplata
(Dir. Ejecutivo Asoc. Deportvida)
Vespertino Satélite
